viernes, 31 de mayo de 2013

Neza, reino del colectivo.

Otorgamiento de concesiones por EPN 2011
Nezahualcoyotl, municipio ubicado al oriente de la ciudad de México. Cuenta con una población de más de 1 millón de habitantes y una PEA del 43%.

Urbanizado en más del 90% de su territorio, pero que es netamente de uso de suelo habitacional, contando con menos del 1% para uso industrial. Sin mencionar la falta de servicios tanto educativos como de salud ya que son necesarios para toda la población, vuelven a este municipio dependiente de servicios fuera del mismo, por tanto, la necesidad de transporte en dirección al D.F. es prioritario para muchas personas día con día.


En gran parte de la ciudad de México, los problemas de tránsito son producidos por la saturación de vialidades por parte de vehículos particulares y que en este caso el transporte público podría ser, en muchos casos, una alternativa de solución, pero Nezahualcoyotl es distinto. Aparte de tener problemas provocados por vehículos particulares, uno que se puede ver en las vialidades de este municipio es el exceso de transporte público, ya sean peceras, microbuses o viejos autobuses “chimecos”, un gran problema durante las horas pico...

Puedes ver vialidades donde el aforo de transporte público es mucho mayor que el de vehículos particulares, pero el problema va mucho más allá que eso, con el hecho de subirte a ese transporte, ya tienes un problema.

Por ejemplo: sales a las 7 de mañana en dirección a tu trabajo, escuela o lo que tengas qué hacer, caminas hacia la avenida donde pasa el transporte que te llevará al metro, pero aún no llegas y ya hay 3 combis peleándose por tu pasaje, bueno, eliges una y en ella sólo encuentras un lugar apretado entre una señora apestando a perfume y un señor dormido, que por su comodidad no te deja ni siquiera apoyar el trasero en el asiento, y todavía a eso hay que sumarle el olor insoportable a gasolina que emite la combi y la imprudencia del chofer brincando topes, pasándose semáforos en rojo, esquivando viejitas, en fin, unos artistas del rebase extremo en donde es imposible hacerlo y verdaderos imanes de las mentadas de madre de coches alrededor. Por dentro todos brincamos y nos zangoloteamos encomendándonos a cualquier santo, hasta que se escucha el típico grito de “si no llevas animales”. Llegas por fin al metro con la adrenalina a todo lo que da y las náuseas que has podido aguantar, eres todo un guerrero.
   
Pero digamos que no tomas la pequeña combi y esperas por el micro, que a lo lejos ves cómo se acerca, pero tarda tanto en llegar que es más rápido que tu te acerques a ella, le haces la parada, se detiene y apenas apoyas el dedo gordo del pie derecho, esa máquina se arranca y te hace sentir por un instante la sensación de ser cacharpo colgando en la puerta. Te aferras a los tubos de los pasamanos, pagas tu pasaje y te recorres hacia atrás, al menos te reconforta que haya lugar dónde poder sentarse,  ¿pero qué lugar escoger? Está el asiento con un fierro salido, que ya lleva 38 pantalones rotos en su haber, está el pequeño asiento donde para acomodarte tienes que llevar las rodillas pegadas a la barbilla o los de hasta atrás, donde viajas con la puerta abierta impregnándote del aroma de nuestra ciudad y uno que otro virus que hay en el aire y si estas de suerte puedes terminar sentado en una cubeta.

Al ritmo de la salsa y las cumbias, el chofer acelera a una velocidad estrepitósamente lenta que si te pones atento te puedes aprender el nombre de todas las calles en tus 10 km de recorrido. Buscan pasaje hasta debajo de las piedras, se detienen en cada esquina esperando a la muchacha que acaba de salir de bañarse o al sujeto que aún no sabe que tiene trabajo y poco a poco ves como se llena de pasajeros que se amontonan entre empujones y manoseos, y cuidado si quieres bajarte antes, en caminar esos dos metros hacia la puerta, puedes perder la virginidad o el celular.

Ya del chimeco ni hablamos, que esperar a que pase puede ser mas tardado que lo que vas hacer en llegar al metro. Un transporte con doble cara, por fuera pareciera que es jalado por un par de mulas apenas más rápido que una carretilla, pero por dentro, estás pidiendo piedad y que la etiqueta que tiene en el parabrisas “Dios está conmigo” sea pareja para todos. Motivado por encontrar un transporte más económico no te importa arriesgarte a que te asalten 3 veces antes de que te bajes.

Sea cual sea el modo que elijas, siempre existirán inconvenientes, pero lo que no podemos hacer, es seguir permitiendo la ausencia de un sistema de transporte eficiente, seguro y de calidad, vaya, un transporte digno. 

En neza puedes recorrer sus avenidas y a simple vista percatarte de la enorme cantidad de unidades de transporte público que satura las vialidades. Para sus habitantes es difícil tomar todas las mañanas el transporte y no saber si tardaras 30, 40, 50 minutos o más de 1 hora en llegar, porque por ejemplo, llegar al CETRAM  de Pantitlán es un verdadero calvario. Viajas con el miedo de ser asaltado en cualquier momento o de que el chofer, por su imprudencia, vaya y choque contra otro coche, con un poste, contra una barda, lo que sea que se atraviese en su camino. Cobran una tarifa excesiva, engorrosa y todavía alegan que para el servicio que ofrecen es una tarifa baja, sólo espero que con ese dinero contraten un seguro que resguarde a sus pasajeros. 

No existe orden y menos una preocupación de las autoridades por mitigar el problema, pero parece que ceden más y más concesiones de transporte público a particulares sin ver lo perjudicial que puede resultar eso. Construyen puentes vehiculares absurdos que elogian como logros. 

En fin, sentarse a señalar problemas puede resultar fácil, pero no se trata de eso, sino de encontrar soluciones, generar propuestas, llegar con quien tengamos que llegar para hacerle ver el problema con diferentes perspectivas. 

Hay que atrevernos a pensar, total, es gratis y gratificante, y sobre todo hay que actuar en beneficio de la sociedad. Por tanto, pensaremos en soluciones.